Desde que expulsó a La Porta, este señor está para mi en estado de prueba permanente; fue tanto el daño que hizo al club azulgrana que será difícil borrar su huella, si bien personas como Rosell están haciendo un gran esfuerzo.

No solo en lo económico, sino también en lo social, pues mandar callar a la afición culé que únicamente busca la confrontación entre jugadores y equipos, es para mi la mayor muestra de que en Barcelona también saben que significa eso del señorío. En un momento en el que el Real Madrid está precisamente cuestionado por no representar ese espíritu tan definido que siempre lo ha diferenciado, Rosell se ha autoproclamado el paladín del buen hacer, y da un puñetazo en la mesa que, aunque no es sonoro, si que es contundente.

Esto es para hacer reflexionar a las aficiones, en este caso concretamente a la culé por saber quien va a apoyar y quien se va a desmarcar de este guión, y en la madrilista para conocer quién se sumará a la deportividad y quién hará piña con los crispados culés; porque creo que en las dos aficiones existen grupos en donde hay más amor por la crispación que por los colores de su equipo; bien podrían formar de las dos una gran peña llamada "Crispación FC".


"Sin sentido común, acabaremos matándonos por la calle", dice el bendito, y es que este señor está, a mi al menos, asombrándome de su buena gestión en el club en lo económico, en lo deportivo y ahora, en lo social. Después de ver todo esto, me da por pensar que ni siquiera es nacionalista. Aún hay esperanza en la ciudad condal.

Visca el barsa